Reflexiones

En la escuela secundaria donde trabajo, cada año se realizan actividades para el mes de la familia y en el primer año no sabía qué hacer, sin embargo, por esos días me mandaron a un curso-taller para escuelas de tiempo completo y desarrollamos una dinámica genial con un  cuento que hablaba de sombreros, primero realizamos un sombrero de papel, después el instructor nos leyó el cuento sin final: nosotros lo inventamos, compartimos nuestros finales y por último, presentamos nuestros sombreros en una pasarela. Eso mismo hice en la escuela.

Cité a los papás de un grupo y les pedí el material correspondiente, tuve poca audiencia, pero trabajadora, leí el cuento en voz alta con un nerviosismo impresionante pues los pocos papás que estaban presentes por esa actividad me conocerían, sería la primera impresión, la lectura resultó agradable, realizaron su final en equipos con la ayuda de los padres, compartieron el final redactado, modelaron y presentaron el sombrero de papel. La actividad fue un éxito, los papás se fueron contentos con la lectura, recibí comentarios agradables de mis alumnos sobre el gusto por esa actividad. Así que pasado el susto, decidí realizar esa misma actividad con mis otros tres grupos y lo hice, aunque ya no con padres de familia, pero resultó.
           Desde ese entonces, trato de buscar año con año lecturas atractivas para los jóvenes pues van tres generaciones que pasan por mi clase y he podido cambiar sus ideas con respecto a la lectura al involucrar a los padres en estas actividades que nos consolidan como promotores activos de la lectura, sin serlo en lo administrativo.

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